Adecuación del espacio natural del yacimiento romano de Can Tacó
Volver a la lista de Proyectos- Ubicación
- 08170 Montornès del Vallès, Barcelona, España
- Año
- 2012
El yacimiento romano de Can Tacó se encuentra en el "Turó d’en Roina", orientado a sur y 50 metros por encima de la confluencia de los ríos Congost y Mogent, en el nacimiento del río Besós y a unos 20 kms. de su desembocadura en el Mar Mediterráneo. Formando parte del conjunto "els Turons de les Tres Creus", este enclave natural estructura la biodiversidad en un entorno muy fragmentado y antropizado por el hombre, y en él, se plantea recuperar tanto el patrimonio natural como el arqueológico. Transitando por un pequeño bosque y sumergidos entre la masa de robles y encinas, descubrimos el yacimiento al final de un recorrido tranquilo y sinuoso; aparecen los restos de un palacio romano con una geometría clara de los espacios que lo formaban, con zonas de gran interés que deben ponerse en valor. Edificado por sucesivos aterrazamientos y en parte con piedra licorella del lugar, lo que había sido un importante asentamiento previo a la construcción de la Vía Augusta, es en la actualidad un mirador natural hacia las comarcas del Vallès. Se interviene en el trasdós de las trazas romanas, reforzando el contenido (el espacio) y poniendo en valor el continente (los muros). Se trabaja con las tierras que con el tiempo taparon los restos y que se acumulan fuera del yacimiento producto de la excavación arqueológica. Estas tierras así como las gravas y rocas de la antigua cantera supuestamente romana, son seleccionadas y ordenadas pero con una nueva disposición, dotándolas de un nuevo significado. Un primer mallazo de acero contiene las nuevas piedras, y éstas a su vez las tierras y gravas que conjuntamente, reproducirán los sucesivos planos horizontales al nivel por donde transitaban los romanos. Un segundo mallazo más denso y delgado, se dispone como cortinaje en el tiempo, como telón de fondo donde se proyectan los diferentes restos arqueológicos. De esta manera piedra y acero, montaña e industria, conviven en estos paisajes de acumulación y, sin embargo, dinámicos por el contacto entre fragmentos; interpretando lo preexistente, poniendo en valor y activando, incorporando y no borrando, y al tiempo co-evolucionando con el medio intentando optimizar al máximo los recursos.